Objetivos

Con este blog queremos dar a conocer la corriente pedagógica de enfoque por competencias.

Para cumplir con este objetivo general, hemos establecido unos objetivos específicos:

1- Definir unos conceptos claves para que el usuario pueda insertarse en el tema de las corrientes pedagógicas.

2- Se tratará algunos temas generales de corrientes pedagógicas, cuya finalidad es que haya una gradualidad en el conocimiento de las corrientes pedagógicas.

3- Daremos informaciones claras y precisas acerca de la corriente de enfoque por competencias con el fin de que se alcance un conocimiento, más o menos global, de esta corriente.

domingo, 9 de junio de 2019

Enfoque por competencias


ENFOQUE POR COMPETENCIAS

El discurso referido al desarrollo de competencias se reducía en un inicio al ámbito laboral y posteriormente se fue consolidando como un enfoque dominante en los ámbitos de la educación formal. Al surgir este enfoque, la unión de conceptos se convirtió en un puente entre la educación y el mundo laboral sobre el que muchos investigadores han argumentado, entre ellos, María Antonia Gallart (1938) y Claudia Jacinto (1957).
El enfoque por competencias representa una alternativa para enfrentar y solucionar las problemáticas, los retos y las necesidades que plantea la educación. Aunque competencia podría ser entendida desde la acepción de contienda o competitividad, en el ámbito educativo se vincula con la capacidad para hacer algo, con saber cómo, por qué y para qué se hace, de modo tal que este conocimiento pueda ser transferible.

 Respecto a las competencias, la Recomendación 26/92 de la UNESCO expresa que “se refieren a las capacidades complejas que desarrolla una persona y poseen distintos grados de integración. Se ponen de manifiesto en una gran variedad de situaciones correspondientes a los diversos ámbitos de la vida humana, personal y social. Son expresiones de los distintos grados de desarrollo personal y participación activa en los procesos sociales. 
Toda competencia es una síntesis de las experiencias que el sujeto ha logrado construir en el marco de su entorno vital amplio, pasado y presente”. A pesar de que se considera reciente esta significación, en realidad tiene múltiples referentes disciplinares de más de cincuenta años. 
Uno de ellos se localiza a mediados de los sesenta, cuando Noam Chomsky (1928) distinguió entre la competencia lingüística (el conocimiento y la capacidad lingüística que posee cualquier persona) y los actos de habla, que se traducen en la forma en la que el lenguaje —como sistema— es utilizado para comunicar.

 Desde el momento en el que se publicó, esta discriminación generó críticas y reelaboraciones, tanto en lingüística como en psicología (conductual y  cognitiva) y educación. Por ejemplo, en el caso de la lingüística, Dell Hymes (1927-2009) acuñó el término de competencia comunicativa por su desacuerdo con Chomsky. Para él era necesario añadir un contexto antropológico a la comunicación, pues una persona puede hablar una lengua, pero además de conocer cómo funciona el sistema, debe ser capaz de comportarse de forma adecuada ante otros hablantes para hacer eficaz su comunicación; debe saber “cuándo hablar, cuándo no, y de qué hablar, con quién, cuándo, dónde, en qué forma”. 
Al trasladar estas consideraciones al campo de la educación, se observa que en una competencia convergen los comportamientos sociales, las habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo un desempeño, una actividad o una tarea; es decir, las competencias conjugan elementos innatos y de aprendizaje con factores sociales.
En su libro Construir competencias desde la escuela, Philippe Perrenoud (1944), uno de los más reconocidos investigadores de este enfoque, apunta que “las competencias permiten hacer frente a una situación compleja, construir una respuesta adaptada. Se trata de que el estudiante sea capaz de producir una respuesta que no ha sido previamente memorizada”. 
Ahora bien, esta puntualización puede enlazarse fácilmente con el artículo “Aspectos básicos de la formación basada en competencias”, de Sergio Tobón, que subraya: Las competencias son un enfoque para la educación, no un modelo pedagógico, pues no pretenden ser una representación ideal del proceso educativo. […] Al contrario, las competencias son un enfoque porque sólo se focalizan en aspectos específicos de la docencia, del aprendizaje y de la evaluación, como son:

1) La integración de conocimientos, los procesos cognoscitivos, las destrezas, las habilidades, los valores y las actitudes en el desempeño ante actividades y problemas.

 2) La construcción de los programas de formación acorde con los requerimientos disciplinares, investigativos, profesionales, sociales, ambientales y laborales del contexto.

3) La orientación de la educación por medio de estándares e indicadores de calidad en todos sus procesos. De este modo, si articulamos la cita de Perrenoud con el texto de Tobón, podemos concluir que el enfoque por competencias puede ser aplicado desde cualquier modelo pedagógico sin importar el área de conocimiento ni el nivel educativo.

Con la intención de definir más claramente el enfoque por competencias —y las competencias mismas—, puede ser útil retomar el matiz laboral que tenían éstas hace algunas décadas para presentar el siguiente cuadro, que hace una comparación entre las interpretaciones de orden laboral y educativo: Competencia Educativa Competencia Laboral Capacidad de poner en operación los conocimientos, habilidades, valores, carácter y pensamiento de manera integral en las diferentes interacciones que tienen los seres humanos para la vida, en los ámbitos personal, social y laboral.

Competencia Educativa
Competencia Laboral
Capacidad de poner en operación los conocimientos, habilidades, valores, carácter y pensamiento de manera integral en las diferentes interacciones que tienen los seres humanos para la vida, en los ámbitos personal, social y laboral.
Conjunto de actividades para las que una persona ha sido capacitada, con la intención de que logre hacer las cosas bien desde la primera vez.
Implica trabajar en el aprendizaje para demostrar que se posee la capacidad para cumplir con la tarea a realizar.
Dentro de las organizaciones, las competencias son utilizadas para potencializar el capital humano y cumplir así con los objetivos del puesto, área o sector; además de desarrollar al ser humano.
Desarrolla la creatividad.
Se interpreta como ser mejor que los demás, por lo que puede generar rivalidad entre las personas.
Proporciona una respuesta a una situación.
Se enfrentan los retos laborales.

Con base en este cuadro, y en lo visto anteriormente, se concluye que orientar la acción educativa desde este enfoque permite aplicar lo aprendido a la resolución de problemas prácticos; pues ni el conocimiento ni la práctica son útiles como herramientas aisladas. Es necesario saber, saber hacer y saber ser, una relación fundamental de conocimientos que puede observarse incluso en la discusión entre. Existen múltiples argumentos que respaldan los beneficios del estudio y la aplicación de este enfoque y que también observan el contexto social. El primero atiende a que es novedoso; es el centro de la política educativa en sus diversos niveles, lo cual exige, al mismo tiempo, que los docentes se mantengan actualizados y lo conozcan a profundidad. En segundo lugar está el hecho de que las competencias orientan diversos proyectos internacionales de educación, como Tuning y Alfa Tuning América Latina, que buscan afinar las estructuras académicas y mejorar la colaboración entre las instituciones de educación superior. Y el tercer punto es que las competencias constituyen la base fundamental para orientar el currículo, la docencia, el aprendizaje y la evaluación dentro de un marco de calidad, puesto que brinda —en sí mismo— principios, indicadores y herramientas para lograrlo.

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