ENFOQUE POR COMPETENCIAS
El
discurso referido al desarrollo de competencias se reducía en un inicio al ámbito
laboral y posteriormente se fue consolidando como un enfoque dominante en los
ámbitos de la educación formal. Al surgir este enfoque, la unión de conceptos
se convirtió en un puente entre la educación y el mundo laboral sobre el que
muchos investigadores han argumentado, entre ellos, María Antonia Gallart
(1938) y Claudia Jacinto (1957).
El
enfoque por competencias representa una alternativa para enfrentar y solucionar
las problemáticas, los retos y las necesidades que plantea la educación. Aunque
competencia podría ser entendida desde la acepción de contienda o
competitividad, en el ámbito educativo se vincula con la capacidad para hacer
algo, con saber cómo, por qué y para qué se hace, de modo tal que este
conocimiento pueda ser transferible.
Respecto a las competencias, la Recomendación
26/92 de la UNESCO expresa que “se refieren a las capacidades complejas que
desarrolla una persona y poseen distintos grados de integración. Se ponen de
manifiesto en una gran variedad de situaciones correspondientes a los diversos
ámbitos de la vida humana, personal y social. Son expresiones de los distintos
grados de desarrollo personal y participación activa en los procesos sociales.
Toda competencia es una síntesis de las experiencias que el sujeto ha logrado
construir en el marco de su entorno vital amplio, pasado y presente”. A pesar
de que se considera reciente esta significación, en realidad tiene múltiples
referentes disciplinares de más de cincuenta años.
Uno de ellos se localiza a
mediados de los sesenta, cuando Noam Chomsky (1928) distinguió entre la
competencia lingüística (el conocimiento y la capacidad lingüística que posee
cualquier persona) y los actos de habla, que se traducen en la forma en la que
el lenguaje —como sistema— es utilizado para comunicar.
Desde el momento en el
que se publicó, esta discriminación generó críticas y reelaboraciones, tanto en
lingüística como en psicología (conductual y cognitiva) y educación. Por ejemplo, en el
caso de la lingüística, Dell Hymes (1927-2009) acuñó el término de competencia
comunicativa por su desacuerdo con Chomsky. Para él era necesario añadir un
contexto antropológico a la comunicación, pues una persona puede hablar una
lengua, pero además de conocer cómo funciona el sistema, debe ser capaz de
comportarse de forma adecuada ante otros hablantes para hacer eficaz su
comunicación; debe saber “cuándo hablar, cuándo no, y de qué hablar, con quién,
cuándo, dónde, en qué forma”.
Al trasladar estas consideraciones al campo de la
educación, se observa que en una competencia convergen los comportamientos
sociales, las habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras
que permiten llevar a cabo un desempeño, una actividad o una tarea; es decir,
las competencias conjugan elementos innatos y de aprendizaje con factores
sociales.
En
su libro Construir competencias desde la escuela, Philippe Perrenoud (1944),
uno de los más reconocidos investigadores de este enfoque, apunta que “las
competencias permiten hacer frente a una situación compleja, construir una
respuesta adaptada. Se trata de que el estudiante sea capaz de producir una
respuesta que no ha sido previamente memorizada”.
Ahora bien, esta
puntualización puede enlazarse fácilmente con el artículo “Aspectos básicos de
la formación basada en competencias”, de Sergio Tobón, que subraya: Las
competencias son un enfoque para la educación, no un modelo pedagógico, pues no
pretenden ser una representación ideal del proceso educativo. […] Al contrario,
las competencias son un enfoque porque sólo se focalizan en aspectos
específicos de la docencia, del aprendizaje y de la evaluación, como son:
1)
La integración de conocimientos, los procesos cognoscitivos, las destrezas, las
habilidades, los valores y las actitudes en el desempeño ante actividades y
problemas.
2) La construcción de los programas de
formación acorde con los requerimientos disciplinares, investigativos,
profesionales, sociales, ambientales y laborales del contexto.
3)
La orientación de la educación por medio de estándares e indicadores de calidad
en todos sus procesos. De este modo, si articulamos la cita de Perrenoud con el
texto de Tobón, podemos concluir que el enfoque por competencias puede ser
aplicado desde cualquier modelo pedagógico sin importar el área de conocimiento
ni el nivel educativo.
Con
la intención de definir más claramente el enfoque por competencias —y las competencias
mismas—, puede ser útil retomar el matiz laboral que tenían éstas hace algunas
décadas para presentar el siguiente cuadro, que hace una comparación entre las
interpretaciones de orden laboral y educativo: Competencia Educativa
Competencia Laboral Capacidad de poner en operación los conocimientos,
habilidades, valores, carácter y pensamiento de manera integral en las
diferentes interacciones que tienen los seres humanos para la vida, en los
ámbitos personal, social y laboral.
Competencia Educativa
|
Competencia Laboral
|
Capacidad de poner en
operación los conocimientos, habilidades, valores, carácter y pensamiento de
manera integral en las diferentes interacciones que tienen los seres humanos
para la vida, en los ámbitos personal, social y laboral.
|
Conjunto de actividades
para las que una persona ha sido capacitada, con la intención de que logre
hacer las cosas bien desde la primera vez.
|
Implica trabajar en el aprendizaje
para demostrar que se posee la capacidad para cumplir con la tarea a
realizar.
|
Dentro de las
organizaciones, las competencias son utilizadas para potencializar el capital
humano y cumplir así con los objetivos del puesto, área o sector; además de
desarrollar al ser humano.
|
Desarrolla la creatividad.
|
Se interpreta como ser
mejor que los demás, por lo que puede generar rivalidad entre las personas.
|
Proporciona una respuesta a
una situación.
|
Se enfrentan los retos
laborales.
|
Con
base en este cuadro, y en lo visto anteriormente, se concluye que orientar la
acción educativa desde este enfoque permite aplicar lo aprendido a la
resolución de problemas prácticos; pues ni el conocimiento ni la práctica son
útiles como herramientas aisladas. Es necesario saber, saber hacer y saber ser,
una relación fundamental de conocimientos que puede observarse incluso en la
discusión entre. Existen múltiples argumentos que respaldan los beneficios del
estudio y la aplicación de este enfoque y que también observan el contexto
social. El primero atiende a que es novedoso; es el centro de la política
educativa en sus diversos niveles, lo cual exige, al mismo tiempo, que los
docentes se mantengan actualizados y lo conozcan a profundidad. En segundo
lugar está el hecho de que las competencias orientan diversos proyectos
internacionales de educación, como Tuning y Alfa Tuning América Latina, que
buscan afinar las estructuras académicas y mejorar la colaboración entre las
instituciones de educación superior. Y el tercer punto es que las competencias
constituyen la base fundamental para orientar el currículo, la docencia, el
aprendizaje y la evaluación dentro de un marco de calidad, puesto que brinda
—en sí mismo— principios, indicadores y herramientas para lograrlo.
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